Visión Frutícola - Marzo/Abril 2023

VISIÓN FRUTÍCOLA

ASÍ COMENZÓ TODO

La cetrería fue la actividad que permitió acercar a Adriano De La Torre a las aves rapaces. “Esta actividad la inició mi padre, con mi hermano y mi madre, quienes se dedicaron a este deporte. No sabía ni soplarme la nariz, pero ya estaba volando halcones a los 5 años. La parte agroindustrial fue gracias a mi abuelo, Óscar Beingolea Guerrero, quien fue el fundador del centro de control biológico para plagas de insectos en Perú, lo que hoy se conoce como el Programa Nacional de Control Biológico del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). Yo lo acompañaba a terreno frecuentemente. Más adelante estudié negocios agropecuarios e hice mi práctica en esta entidad fundada por mi abuelo”. En ese tiempo, un amigo que trabajaba en almacenes, le comentó sobre el problema sanitario que le causaban las palomas. La idea surgió de inmediato. De La Torre unió la problemática planteada con su experiencia con las aves rapaces, lo que le permitió crear una empresa pionera en Perú con este tipo de control aviar. En 2001 comienzan a trabajar con la agroindustria. Fueron contactados por la empresa Beta, que estaba teniendo algunas dificultades con aves en los cultivos de uva de mesa, Red Globe. “Empezamos a desarrollar una serie de sistemas de trabajo bastante innovadores en la crianza campestre del halcón peregrino y el halcón perdiguero. Traemos a las aves desde pichón, las que viven en un torreón en donde pueden visualizar todo el entorno en donde van a trabajar. Luego vuelan libres en el campo, pero con ciertos estímulos que las mantienen en la actividad que tu buscas, ya sea disuasiva o de captura de las aves problema. Además, los alimentamos solo con aves perjudiciales, para que las aves benéficas no sean perseguidas por estos animales”, explica el empresario. Pero el instinto de supervivencia hacía que no todas las aves fueran ahuyentadas o cazadas por los halcones, y existían ciertos puntos críticos en donde lograban esconderse dentro del perímetro del cultivo formado por cercas naturales de guarango, una suerte de arbusto de espinas muy grandes. “Las aves se escondían en estos espacios y dañaban todos los cultivos cercanos, ya que ni los halcones libres ni los asistidos lograban alcanzarlos. Recuerdo que en una reunión que tuve con uno de los ingenieros de los campos en los que trabajamos, salió por primera vez la idea de que un robot pudiera suplir la brecha que no era cubierta por el halcón”. Las mermas que se generan en Perú producto de la acción de aves perjudiciales en la uva de mesa y los arándanos son importantes. Para De La Torre, esto obliga a las empresas a destinar una alta suma de dinero en métodos de control que tengan efectividad y reduzcan esas pérdidas física y sanitaria.

En ocasiones, los gustos personales o pasatiempos pueden transformarse en interesantes formas de ofrecer productos y/o servicios ligados a los diferentes procesos productivos que requiere el sector. Y si le agregamos una cucharada de conciencia ambiental e innovación, el resultado puede llegar a ser una empresa como Biocontrol Aviar. Con sede en Lima, Perú, y más de 20 años de experiencia en control de plagas, esta empresa utiliza halcones peregrinos, principalmente, y gavilanes adiestrados, como pilar de sus servicios. Sin embargo, desde hace ya algunos meses están desarrollando en conjunto con la Universidad Católica de Perú un halcón robot prototipo con el que esperan complementar la línea de desarrollo que han llevado durante todos estos años, y que busca no solo el control sino que también la protección y cuidado del medio ambiente.

Traemos a las aves desde pichón, las que viven en un torreón en donde pueden visualizar todo el entorno en donde van a trabajar”.

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