COLUMNA DE OPINIÓN
Por María Inés Figari, Presidenta de la Sociedad Agrícola del Norte
Nuestra región de Coquimbo por más de 70 años se ha destacado como zona agrícola con una excelente producción de uva mesa y otros productos, donde las mujeres han tenido una importante participación en diversas áreas del proceso. En los comienzos, para que la mujer fuera a trabajar, tenía que tener permiso del marido que autorizaba su trabajo. Para no tener problemas -porque algunos llegaban enojados a retirarlas de los predios- existía un certificado de autorización con el que el agricultor se resguardaba ante cualquier situación. Con el paso del tiempo, la historia cambió porque el trabajo de la mujer trajo grandes beneficios al hogar, por ejemplo, el dinero se invertía en mejoras para la casa y se pudo pensar en el acceso a los estudios de los hijos. Antes las escuelas rurales tenían 4 o 5 años, eran escasos los niños y jóvenes que podían salir a estudiar fuera de sus casas por la situación económica. El trabajo de la mujer en la agricultura, también tuvo un avance importante para que sus hijos pudieran llegar a la universidad, algo impensado en las zonas rurales por las distancias y los costos. Hay zonas donde un viaje a las principales ciudades demora hasta 4 horas. Región de Coquimbo y el aporte de la mujer en la agricultura
Hoy en la Región de Coquimbo existen cada vez más mujeres a cargo de las actividades agrícolas; como gerentes, administrativas, jefas y operarias, no tan solo en uvas, sino además en cítricos, arándanos, nueces, entre otros. A pesar de este auge, falta protección y apoyo de instituciones que cuiden a los hijos mientras se realiza la tarea laboral. Observamos en la pandemia, que las mujeres no pudieron salir a trabajar, porque no tenían donde dejar a sus hijos. Se requiere de políticas de Estado que ayuden y protejan el trabajo familiar para que así no existan este tipo de complicaciones en su labor. Hoy me llena de alegría ver los avances de las mujeres en el ámbito rural en la agricultura, pero necesitamos incentivar la vida en el campo; que los jóvenes regresen y se provoque el recambio generacional tan necesario y urgente. La Sociedad Agrícola del Norte, que desde 1907 ha sido un pilar fundamental para la historia agrícola de nuestra zona y el país, está trabajando con las líderes del mundo rural en mesas de trabajo, apoyo social y buscando la capacitación junto al financiamiento. Me siento muy orgullosa de presidir este gremio en momentos de tanta incertidumbre. Tenemos grandes desafíos que asumir; levantar la voz y sacar adelante la agricultura en su conjunto. “La agricultura no puede morir” y cada una de nosotras debemos ser los voceras de la importancia y relevancia que tiene esta área en la sociedad, porque sin alimentos peligra la vida humana.
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